“Hay muchos tipos que confunden el folklore con la patria”



Entrevista con Marcelo Simón: periodista, director de Radio Nacional Folklórica y Maestro de ceremonias del Festival Nacional de Folklore.

> por Federico "Poni" Rossi 

FR: -¿Cómo fueron sus comienzos en el Festival de Cosquín?

MS: -Yo era muy jovencito cuando empezó el festival. Tenía 20 años. Había una revista de Buenos Aires que mandó a un tipo para qué viera que era esto del festival de folklore. Éste era el hermano de Julio Mahárviz, Carlos Mahárviz. Él preguntó por alguien en Córdoba y le dijeron “hay un pibe que escribe sobre el folklore en la radio tal…” LV2. Y ahí lo conocí. El tipo me pidió, porque él no escribía, era diagramador, si le podía hacer unos apuntes, y los hice. Los publicaron tal cual estos animales. Y esa nota, que era fuertemente crítica del Festival de Cosquín, muy ingenua, decía: no se puede llamar “Festival Nacional de Folklore” y poner solo artistas salteños. Esa era muy crítica. A raíz de eso los de Cosquín como vieron publicado eso armaron un lío bárbaro, y empezamos a hacer unos encuentros de discusión sobre lo que debería ser el festival de Cosquín. Ahí comenzó mi vinculación. Vino Mahárviz como animador, me pidió que yo le escribiera libretos, en el 63, y desde entonces seguí vinculado al festival hasta que me peleé con Mahárviz y me sacaron del mismo. Después a la vejez me volvieron a llamar y ahí estoy. Así fue mi comienzo con el festival. Empecé criticándolo. Y sigo criticándolo.

FR: -El inicio del festival se dio simultáneamente al denominado “boom del folklore” ¿Fue consecuente el festival con ese boom?

MS: -Maso. Depende de las conducciones políticas. Hay alguna conducción de Cosquín que fue muy sumisa con los milicos, y estos milicos además de brutales eran brutos. Proscribían cualquier cosa. Y a veces en el Festival de Cosquín, depende de la conducción de turno, que ha sido siempre oficial salvo uno o dos años que lo privatizaron y que también fue un desastre, fueron sumisos. Pero la realidad es mas fuerte que los decretos, y estas cosas siempre aparecían: los nuevos cancioneros. No solo el que se llama así creado por Tejada Gómez y un grupo de amigos, los nuevos cancioneros han sido siempre más fuertes y terminan aceptándolos. No ha sido vanguardista Cosquín, salvo cuando comenzó, pero ha sabido adecuarse a lo que la calle decía.

FR: -¿En los 70 tampoco fue demasiado consecuente con la realidad que se vivía más allá lo oficial?

MS: -Claro. En general las conducciones políticas que ha tenido han sido muy miedosas, por ejemplo, con presidentes tan brutos como Onganía. Los tipos agachaban el lomo y obedecían al viejo Vizcacha en vez de a Martín Fierro. “Hacete amigo del juez que…” y se encogían en el Festival de Cosquín, pero de esa manera lograron preservarse. Onganía una vez recibió una delegación de Cosquín que iban a verlo para pedir apoyo de la presidencia, presidencia de facto desde luego, para Cosquín y Onganía dijo: “Sí, pero ahí está lleno de comunistas”. Y el único que reaccionó fue un cura que le dijo claramente: “no le voy a permitir, yo soy hombre de la Iglesia, no soy comunista, pero tampoco tengo nada contra los comunistas”.

FR: -En la vuelta de la democracia, décadas del 80 y 90, el folklore hizo como una pausa en cuanto a su masividad y su difusión ¿Hubo como un achatamiento?

MS: -Creo que sí. Yo no se cuál es la fórmula porque no es fácil saberla. Si me preguntaran yo contestaría que algo tenés que arriesgar. Hay que poner cosas que por ahí no te parece que funcionen pero que pueden funcionar. Por ejemplo, una vez Cosquín programó a Luna Monti con Juan Quintero tardísimo, a las cuatro de la mañana. ¡Una locura! Yo lo discutí. “Y bueno, pero los compromisos, que esto…”, pero, vos tenés que ponerle una fichita a algo así. A lo mejor no pasa nada, pero a lo mejor contribuís a que esa música que es muy valiosa se escuche. Hoy son un gran éxito en los circuitos porteños sobre todo, y en algunos lugares del interior también. Tenés que hacer una apuesta para cosas que pueden ser buenas.

FR: -¿Cómo ves a la nueva generación de músicos de folklore?

MS: -Yo creo que el género tiene una fuerza que está garantizada por ellos mismos. Muchos se sorprenden por la cantidad de folkloristas que hay en el país. Que haya reuniones y canten folklore. Cuando yo era joven era mal visto el folklore por los jóvenes. Ahora han mejorado las cosas. Hay mucha vocación. Se dicen cosas. No hay, por suerte, un índex de palabras prohibidas. Yo me crié en la radio con palabras que no podían decirse.
Yo creo que él género tiene mucha fuerza. Hay pocos países que le prestan esta atención a su folklore. Es un país que por suerte no son rígidas. Todavía hay muchos tipos que confunden el folklore con la patria y ese tipo de cosas.
Yo dirijo una radio de folklore, una radio pública de folklore y de vez en cuando doy charlas para los trabajadores de ahí, y les pido que exploren otros cabos que no sean conocidos como folklóricos puros, que vean por qué nosotros sostenemos que casi todo es folklore.
Acá hay muchos músicos. Algunos son grandes vendedores de discos y viven muy bien: el Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, Soledad. Es un dato muy fuerte ese para asociarlo crematísticamente: la plata que pueden ganar algunos folkloristas. Frente a eso, también es cierto, hay multitudes de folkloristas que no ven un mango nunca. Pero el género existe, está fuerte, le da alegría a mucha gente, le da un estandarte, una manera de pelearla y sobre todo no es excluyente.


# Entrevista publicada en la edición digital de la revista Mascaró de febrero de 2014

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