"Un hecho artístico puede modificar la conciencia"



Entrevista con Jorge Fandermole

El músico, referente de la trova rosarina, sale a navegar por el país con su disco doble Fander, un trabajo que ensambla versiones nuevas de sus canciones de los años 80 y temas inéditos, con el río como paisaje e hilo conductor.

> por Federico "Poni" Rossi

A Jorge Fandermole todo el que lo conoce le dice Fander. Desde la escuela le dicen Fander. Sus compañeros de la Trova Rosarina, Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Silvina Garré, Adrián Abonizio, Fabián Gallardo, Rubén Goldin y Lalo de los Santos también le decían Fander. Así, como todos los que lo conocen más o menos le dicen, le puso a su último disco. 
Desde “Río Marrón”, pasando por “Oración del remanso”, hasta la reciente “Agua dulce”, el Paraná de su vida lo acompaña con una cadencia ribereña en toda su obra. Nacido en el pequeño Pueblo Andino, Jorge llegó a Rosario siendo un adolescente. A los 16 años compuso “Era en abril”, que popularizara Baglietto junto a Garré.
La discografía de Fandermole contiene Pájaros de fin de invierno (1983); Tierra, sangre y agua (1985); Primer toque (1988); Mitologías (1992); Los trabajos y los días (1993); Rosarinos (1997); Navega (2002); Pequeños mundos (2005). El flamante Fander, editado por Shagrada Records, es un disco doble que junta 24 canciones, algunas viejas reversionadas y el resto inéditas, con el acompañamiento de Marcelo Stenta en guitarra, Fernando Silva en contrabajo y violonchelo, Carlos “Negro” Aguirre en piano y Juancho Perone en percusión.

FR: -En tu reciente disco doble juntas canciones de los ochenta y temas nuevos, ¿qué diferencias y similitudes hay en esas canciones, desde lo musical y desde lo temático?

JF: -Me parece que debe haber matices en el lenguaje porque algunas canciones son de hace 30 años y están conviviendo en el mismo material con canciones que son más nuevas. Seguramente haya dos elementos que garanticen la unidad en el disco doble, y es que aquellas canciones que elegí son más acordes al lenguaje actual, y que no son otras que las que me hacen sentir cómodo al cantarlas hoy. Esas canciones que siento que no son extemporáneas en el modo de decir y en modo de tratar alguna cuestión. Y por otro lado, como fueron arregladas en el mismo momento y con el mismo concepto de sonoridad, con la misma gente participando, también contienen una unidad. Es decir que tenemos unidad sonora y unidad en el lenguaje.
Obviamente que uno piensa aquellas viejas canciones desde el punto de vista que uno tiene hoy, seguramente encuentre diferencias, porque hemos envejecido, han cambiado las condiciones, se han modificado el modo de tratar los temas. Pero de cualquier manera yo siento que hay una buena convivencia.

FR: -¿Qué te motivaba a componer por entonces, y qué te mueve a hacerlo hoy?

JF: -En lo musical uno va incorporando cosas que tiene mucho que ver con los elementos que uno toma de los antecedentes pero también de la propia contemporaneidad. La canción es un género muy dinámico donde esas tensiones entre tradición y renovación hacen que el género evolucione mucho. Si uno está atento, notara que también va incorporando recursos.
Obviamente uno no toca, no compone de la misma manera ahora, que hace 30 años atrás.
En relación a lo temático, creo que uno trabaja sobre las mismas cosas que interesan en una época y en otra. Toda la experiencia individual y su anclaje en el paisaje y el colectivo que lo rodea, dan como consecuencia que los intereses sean más o menos los mismos. Y luego tiene que ver cómo evoluciona uno, su sensibilidad, su sentimiento, y al mismo tiempo cómo evoluciona el medio social, comunitario.
Creo que los grandes temas son más o menos los mismos, lo que interesa es más o menos lo de siempre. Lo sustancial sigue sin modificarse.

FR: -¿Y el río qué papel juega en tu vida? 

JF: -El río es un signo. Es un signo del paisaje que además incide en toda la idiosincrasia de toda la gente de una región. Lo que pasa es que se ha asociado de una particular manera porque es el signo más evidente del paisaje que a nosotros nos rodea y nos conforma, pero a mi me interesa aclarar que el río no es meramente una cuestión paisajística. No es solo un elemento del paisaje, sino que en todo caso, es algo que a uno lo atraviesa como a la gente de la llanura la atraviesa la amplitud de su entorno y horizonte, y a la gente de la montaña su propio paisaje.
Indudablemente eso incide en el modo de ser, en cómo uno se comunica, en el modo en cómo está conectada en su medio, a su trabajo, en su cotidianidad. Mucha gente vive del río y entonces es su sustento. De modo que me interesa el río porque forma parte de mi entorno pero además es un elemento muy fuerte en cuanto al concepto del ribereño de ver el mundo.
Porque el ambiente es más que un lugar, es un soporte, un sustento. Es un elemento tan grande que forma parte de una totalidad que nos incluye.


EL AGUA QUE LLEVA Y TRAE

En el año 2007, en el contexto del Día mundial del agua, Fandermole escribió el “Manifiesto acerca del Agua”. Allí expone la identidad indisoluble del elemento, del ribereño. “Quienes nacimos y crecimos a la vera de los ríos tenemos su marca en nuestro carácter y en nuestra visión del mundo, una noción del universo regida por el fluír del agua y su permanencia cíclica (…) La importancia del agua excede su carácter físico y conforma un imaginario simbólico en la diversidad de las culturas, siempre asociado a la vida, a la vitalidad, al tiempo y al cambio, al que no podemos renunciar porque está en nuestro origen y nuestra naturaleza”.

FR: -¿Por qué se llega al punto de tener que escribir un “Manifiesto acerca del agua”?

JF: -Lo que hace el “Manifiesto” es sintetizar posiciones de muchas organizaciones ambientalistas, ecologistas y sustentabilistas de aquí y del resto del mundo que entienden al agua como derecho humano. La mayoría de los países no ratificaron este punto, porque considerar al agua como un derecho humano implica quitarle la condición de recurso, y entonces sí que empiezan a tocarse determinados intereses que tienen que ver con la minería, con el extractivismo, con las vías navegables, con actividades de alta productividad que se verían perjudicados por la protección del amplio concepto del acceso al agua como derecho humano, impidiendo el lucro.

FR: -¿Cuál es la situación de los hombres y mujeres ribereños, de la vida de quienes viven del río hoy?

JF: -La situación del ribereño es complicada.
Desde mi punto de vista, sin ánimo de ser apocalíptico, toda relación entre cultura y ambiente se encuentra en una situación muy crítica. El río está en una situación crítica en tanto se lo considere meramente como un recurso, del mismo modo que se considera un recurso a la tierra. Mientras consideremos como algo no natural, sino como un recurso económico, como algo que puede pertenecernos, y que podemos comerciar, apropiarnos de él, obviamente va a ser objeto de una explotación injusta, como ocurre con todos los medios. 

FR: -Muchas organizaciones y asambleístas denuncian el deterioro de los ríos del litoral, tanto en relación a los accesos, los derechos, como el deterioro, los negocios inmobiliarios y la contaminación a partir de la explotación de las vías navegables por las grandes exportadoras cerealeras y mineras, ¿cómo están los ríos?

JF: -La situación es crítica, del mismo modo en que lo puede estar cualquier ambiente natural que está siendo explotado como recurso, desde una concepción netamente capitalista. Por lo tanto es insostenible. En la misma costa hoy se ve que los intereses inmobiliarios ocupan una porción importante de la costa. Y entonces la forma de acceso al río genera mucha tensión entre los puertos y las industrias. 
Por otro lado, todos los trabajos vinculados a una producción artesanal, como la pesca o algunos trabajos de caza en las zonas de las islas, están a su vez condicionados por la explotación industrializada del recurso pesquero. 

FR: -En estos días las costas de los ríos del noreste del país están sufriendo grandes inundaciones, ¿creés que existe una vinculación entre este fenómeno y la mano del hombre?

JF: -Sinceramente no tengo autoridad para dar certeza sobre esta situación. Uno no puede cuantificarlo, no puede decir “esto pasa por tal cosa”, pero sí me parece que las condiciones actuales de crecidas, por ejemplo en toda la cuenca del Paraná, son cuestiones que suceden de manera cíclica pero que están fuertemente condicionadas por el cambio climático. Y el cambio climático está relacionado por las emanaciones de dióxido de carbono proveniente del modo en que se han incrementado los sistemas productivos y el uso de combustibles fósiles, etcétera.

JUNIO ME ARDE ROJO AQUÍ EN LA ESPALDA

El 26 de junio de 2002 las fuerzas represivas, bajo la orden del entonces presidente Eduardo Duhalde, asesinaron a Kosteki y a Santillán. Cada aniversario de la Masacre de Avellaneda, una canción de Fandermole se entona en la estación de trenes que ahora se llama Darío y Maxi.

FR: -Estamos en días en que se cumple un nuevo año de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ¿qué recordás de ese día y cómo nace la canción “Junio”?

JF: -Cuando uno logra sentarse y desarrollar una idea más o menos compleja, obedece en casi todos los casos a una enorme necesidad de completar una formulación hasta el fin de una obra. En el caso de “Junio”, lo que ocurrió fue que el sentimiento que primaba era el de una enorme vergüenza y una enorme indignación ante la crudeza del suceso y el modo en que se desarrolló.
Si bien es un hecho tan injusto como cualquier asesinato, como cualquier pérdida de una vida a manos de otro ser humano, en este caso tratándose de luchadores sociales, de gente que estaba trabajando en pos de ciertos ideales y para el bien común, y viendo el modo en que Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados, lo enfrenta a uno a una situación de tremenda indignación y tremenda vergüenza.
Eso es lo que yo recuerdo, porque además fue todo televisado prácticamente en directo. Eso me llevó a bocetar un montón de versos y un montón de estrofas sobre esos asesinatos, casi a manera de descarga personal.

FR: -¿En qué momento escribiste la canción?

JF: -Enseguida. Ese mismo día. Era una necesidad instantánea, la terminé al otro día.

Cuando los medios todavía se empeñaban en ocultar la masacre, hablando enfrentamientos entre piqueteros y crisis que causan muertes, Fandermole escribió:
La mano que me mata no me llega / ni al límite más bajo de mi hombría / aunque me arrastren rojo en las veredas / con una flor abierta a sangre fría. / Hoy necesito un canto piquetero / que me devuelva la voz silenciada, / que me abra por la noche algún sendero / pa’ que vuelva mi vida enamorada...

FR: -Has tocado en varios actos sobre el Puente Pueyrredón, ¿qué sentiste al interpretar la canción? 

JF: -Lo que prima naturalmente es una sensación de mucha emoción. Y además una tristeza de encontrarte con los familiares y la gente más cercana. En algún punto, uno siente que a lo mejor participando de esa manera, se acerca un poco a la dignidad de aquellos que dieron la vida peleando por su ideal.
Y uno siempre se queda corto. Porque se lo está viendo desde otro lugar. Al final, me pregunto si en realidad, finalmente, cuando pase el tiempo de qué manera esa obra sigue representando un sentimiento. ¿Cuánto debe anclarse en estos sucesos históricos para que esa canción signifique algo? ¿O meramente quedará como algo vacío para los que no vivieron el hecho o no los afectó?
Tal vez la diferencia en el sentido que se le da a la canción, pase por la continuidad de la impunidad, o por la definitiva justicia, con los responsables intelectuales y materiales pagando condena…
Claro, tal vez ahí siga siendo un homenaje o una reivindicación, pero deje de tener el carácter de reclamo. Uno supone que un hecho artístico puede modificar la conciencia y la sensibilidad, de modo de generar un acto de justicia. En el momento en que se percibe que eso se realiza, uno puede sentir que la obra significa algo.


# Entrevista publicada en la revista Mascaró de julio de 2014

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